jueves, agosto 19, 2010

Roger, el oso



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Roger era un oso, un animal marrón, de tierra, con increíbles rayas negras, educado en su andar nunca marcaba el piso con sus garras, diligente con su deber sólo cazaba lo estrictamente necesario. Pensaba – si elijo la presa con cuidado es seguro que ayudo a la naturaleza –así, en su oficio, trataba con seres que no tenían que estar ahí. Seres que olvidaban su destino, que caminaban por el bosque con tristeza y desaliento. Les daba paz.
Roger era un oso, su soledad amiga le permitía divagar sobre el estado de las cosas, sobre el fluir de los ríos que vienen de las montañas, rápidos y delgados cuando la pendiente es mucha y anchos y lentos en la planicie. Observaba con claridad el mismo proceso en sus presas, ágiles en su juventud y lerdos al llenarse de edad y enfermedad. Estos últimos eran sus cazas. En sus largas caminatas dejaba vagar sus instintos que indubitablemente lo llevaban a la elección adecuada.
Roger era un oso, sentía también el correr del tiempo, acumulaba tristeza y desaliento, esa mañana sus pasos lo llevaron al gran monolito que afloraba en la mitad del bosque, sus paredes casi verticales se elevaban varios cientos de metros y tocaban las nubes bajas, las atrapaban. Sus agudos sentidos le anticiparon la llegada de la jauría, acomodó su cuerpo contra la pared de roca y esperó tranquilo la llegada de los perros.
Roger era un oso, y su paz llegó un poco después que la manada.

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jueves, junio 17, 2010

Cielo


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Miró al cielo y se encontró con una nube en forma de yunque. Golpea la estrella y causa un trueno.

Miró al cielo y las nubes se deshebraban. Guerra eólica.

Miró al cielo y se encontró con el sol. Estaba tan solo.

Miró al cielo y se encontró con la luna creciente. Respiró aliviado.

Miró al cielo y la luna menguante perdía luz. Se evaporaba.

Miró al cielo y sus ojos se llenaron de lágrimas. Llovían recuerdos.

Miró al cielo y sólo había negrura. Las estrellas se fueron de fiesta.

Miró al cielo y se encontró múltiples estrellas. Ella estaba ahí.

Miró al cielo y ella cintilaba. La estrella cardinal.

Miró al cielo y tropezó en la tierra.

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Safe Creative #1006176618536

sábado, junio 05, 2010

A la luz de la noche

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Miró al cielo y se encontró con una pared de nubes. Hoy la estrella dormiría sola.

Sobre la acera, tendido, esperaré a que amaine la tormenta.

Cayó de la nube y el pavimento lo dejó frío.

La nube era suave y confortable hasta que con la tristeza lloró.

Las ruedas del destino pavimentan el camino previsible.

Las huellas de mis pasos forman un laberinto incomprensible.

Sientes el dolor en el centro pero te alegras en la periferia.

El abismo está a un solo paso de la dicha.

Rondas como lobo a la presa hasta que se gira y te atrapa.

La flor deja un recuerdo indeleble aunque olvides su nombre.

Al girar a la izquierda perdí el accidente de la derecha.

Al sur de tu cara está mi patria.

Al norte de tu cara está mi ancla.

Los celos me consumen hasta que recuerdo de quien me enamoré.

Solo me enojo contigo cuando dejas de serlo.

Sí, a veces me pregunto; ¿por qué yo? Y me contesto; ¡por qué no!

Ella es constante como la crisis y honesta como el desastre.

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jueves, mayo 06, 2010

El ruido es tanto


El ruido es tanto.


En el mar, en la calle, en el abismo

rechinan los dientes, las astillas;

buscas la piel dulce y salada

la boca que huele a parafina.


El ruido es tanto.


Huye el silencio, lloran,

rentas caricias, gimes,

para ensanchar el mutismo

que se muere.


El ruido es tanto.


Caminas en espiral

siempre a la izquierda

minotauro,

rotas silente y no te encuentras.


El ruido es tanto.


Hombro pegado al muro

carne hollada,

lágrimas que hunden

el barco de los locos.


El ruido es tanto.


Roto el muro, los pedazos
no encajan en su sitio,

así la mente fracturada

pierde el piso, amurallada.


El ruido es tanto.


Levantas los ojos, rememoras,
aspiras letras de otro;

del poeta,

rompen las aguas.


El ruido es tanto.

Ruge el viento rapaz
y encubre la mudez de la palabra;

no hay oído avizor,

pirata que robaste la mar calma.


El ruido es tanto.




Safe Creative #1005066214049

martes, abril 20, 2010

Diez cosas que prefiero y otras diez


Diez cosas que prefiero:



Retomar el hilo que conseguir nuevo carrete.

Un café platicado que dos alcoholes y canto.

Una buena argumentación a dos artículos de fe.

Una amiga perenne que dos amantes esporádicas.

El sexo carnal al amor romántico.

La memoria licenciosa a la verdad escrupulosa.

Un buen hotel que una suegra curiosa.

Un ateo filosofal que un religioso fanático.

Una de cuarenta que sepa a dos de veinte que aprendan.

La alegría de vivir a la pena de obtener.



Otras diez cosas que prefiero:


Un café a una copa pero nunca a dos.

La certeza de que la tormenta, por más feroz que sea, termina a la incertidumbre del momento.

Un día cualquiera a un onomástico.

Un slow a un rapidito.

Unos ojos que te miren a muchos que te admiren.

Un buen juicio a una hilera de prejuicios.

La inteligencia que busca la felicidad a la genialidad que termina en tristeza.

La valentía de decir no a la temeridad de aceptar todo.

Esperar nada a las expectativas no cumplidas.

La soltería multimodal a la pareja unidireccional.

Safe Creative #1004216068709

miércoles, abril 14, 2010

El sentido de la vida

El sentido de la vida es que no tiene sentido. Estar (ser) en ella y elegir dubitativamente el bienestar lleno de altibajos y sobresaltos. Llenarla de azar y circunstancias. El efecto que nuestro propio existir produce en este mar de vida toca con sus ondas a múltiples personas, en algunos casos éstas se hacen mínimas, se modulan, y producen una zona calma y bruñida donde nada se mueve, en otras se amplifican y forman tsunamis inverosímiles. Tomemos ahora perspectiva, levantémonos hacia el cielo y volvamos la vista hacia ese mar plagado de individuos, enfoquemos a uno, el más pequeño, que se mueve un poco hacia su izquierda, por intuición, otro, se mueve también y así se forma un río de seres que se acercan o se alejan en movimiento constante. Nuestro cerebro que está hecho para encontrar patrones identifica este movimiento como algo consciente y volitivo, como un ser de múltiples cabezas que se mueve con intención propia. Solo es biología, como los grandes cardúmenes que se mueven, al parecer al unísono, ante circunstancias exógenas o solo es física ya que dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio al mismo tiempo. Si tenemos una pelota en nuestras manos y la arrojamos hacia arriba para después de confrontar a la gravedad ésta caiga en una gran mesa con mil pelotas numeradas, una y otra vez, es seguro que nuestra pelota no las tocará en el mismo orden ni en el mismo momento. Si acotamos el experimento y logramos, por medio de una máquina, hacer el lanzamiento siempre igual, tampoco sucederá el mismo orden. Será posible sólo cuando logremos mantener todas y cada una de las variables fijas. La vida no es así está llena de azar y circunstancia (de variables). No hay deidad conductora, no hay senda ya formada, no existe el universo conspirador que dirige causalidades; existe, sí, un sinnúmero de eventos posibles para cada momento dado, que se definen por el azaroso paso de nuestra vida cuando toca las ondas emitidas por los congéneres y la circunstancia del instante que es irrepetible. Ayer compartí una agradable tarde con una mujer interesante y hermosa, los vericuetos de vida para darnos cita en ese lugar y hora exactos (casi) exceden el poder de mi comprensión, el gozo de sumergirse en sus ojos oscuros y escuchar una historia llena de azar y circunstancia vuelve al propio evento posible pero escasamente probable. Entonces, el sentido que deseemos darle a la vida es eso, una posibilidad apenas probable o una probabilidad raramente posible. Ya realizado el hecho es difícil pero existe la capacidad de rastrear todo el trayecto que nos llevó hasta él. Preguntarnos: ¿Por qué o para qué estamos aquí?, o ¿qué sentido tiene la vida? tiene tal cantidad de respuestas posibles que enumerarlas nos llevaría la vida completa, cuando llenarla de azar y circunstancia, descubrirla con curiosidad y sorpresa, ante el infinito número de variantes, harán que las elecciones tomadas, aunque con grandes dudas, sean relevantes para nuestro bienestar.

Safe Creative #1004146007847

martes, marzo 09, 2010

Cetus



Andrómeda llora y no entiende, los grilletes laceran su carne, sola frente al mar como un faro inamovible, su belleza hiere el horizonte. Cetus, el monstruo, en comisión vengativa se enamora, palidece, petrifica y muere. Otro tomará su sacrificio como victoria. Esa es la historia, el falso mito.


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martes, marzo 02, 2010

Mercurio vuela


Mercurio vuela apenas por encima de la grama que separa los carriles de ida y vuelta, vuela cada viernes al local que vende aviones miniatura, o al comercio que tiene dulces a granel, con el botín atesorado vuelve sus pasos, siempre en el centro, hacia el portón de cristal que le dará resguardo.

El vestíbulo es azul y la pileta triangular recibe galletas en pedazos que alimentan a los peces naranjas con ojos saltones, vuela ahora por lozas calcáreas con diminutos fósiles jurásicos hasta la escala que en espiral, sube los cinco pisos del Olimpo, sube sin tocar los escalones, casi sin ruido, y sigiloso pasa frente a su hogar numerado con el nueve en la segunda planta; continúa hasta la cima, el dieciocho, un penthouse que abarca casi la entera superficie del edificio.

— ¿Están Eros o Diana?—pregunta a Pétrea la mujer de servicio.

— ¡Hola joven Mercurio! Los jóvenes no están, sólo la señora que se está bañando.

—Déjame tocar la espada, por favor—suplicó y Pétrea le franqueo la entrada.

Sube en silencio los cinco peldaños que separan el estudio de la estancia principal, Herostates colecciona arte y objetos orientales entre los que destaca una katana del siglo XVI, sostenida la vaina apenas por un soporte de madera, la espada curva parece más un arco que una hoja, el mango rematado en cuero oscuro está ahí para ser tomado y permitir desenfundar la mortal arma.

El silencio se rompe con pasos en la estancia, su pequeño tamaño, apenas nueve años, le permite colocarse detrás del biombo decorado con caligrafías japonesas justo antes de escuchar el crujido del maderamen de los escalones que dan acceso al estudio prohibido.

Afrodita, la madre de sus amigos, aún húmeda se planta al centro de la habitación y se mira en el gran espejo de la pared contraria. Ensimismada, deja caer la bata de seda y se enfrenta dichosa con su imagen. Del cabello se desploman algunas gotas en dos sentidos, por el frente bajan con lentitud hacia los senos, detienen su paso un poco en la rugosa aureola y se cuelgan, desesperadas, en el pezón erecto, para despeñarse por fin y desintegrarse en la cálida duela. Por detrás, ruedan sigilosas por los hombros y forman un riachuelo justo en el centro de la espalda para hundirse en el profundo cañón que forman sus redondas nalgas, se sostienen, por último, en los ensortijados rizos para unirse por fin en el piso con sus hermanas.

Mercurio, ambivalente, siente terror y frío que recorre la espalda y un agradable calor que surge desde el centro de su vientre. Ve llenarse gota a gota el charco a los pies de Afrodita, ve sus dos caras, su dorso a unos metros y su frente reflejado en el espejo, ve la piel que se eriza, ve el movimiento acompasado del vientre, ve las manos que se acercan al sexo y a los senos, ve el cambio del hálito, ve la contracción involuntaria de los músculos de las piernas, de la espalda, escucha atento. La violencia de su mente aumenta la presión de sus manos en la bolsa, de papel barato, que envuelve su tesoro. Ella cede y se desfonda. Un río de caramelos redondos y multicolores se esparce a los pies de la mujer.

— ¡Mercurio!—susurra Afrodita sorprendida y sonriendo se reclina y toma un caramelo rojo que ha quedado justo en el centro del charco. Lo lleva a su boca y lo degusta.

Mercurio vuela apenas por encima de la duela, vuela más llevado por la mano en su barbilla, se acercan las bocas, se tocan y el caramelo ha sido intercambiado con un hábil movimiento de la lengua; con este acto, como soplo divino, Mercurio adquiere audacia, inteligencia y vuelo.

— ¡He llegado!—suena la voz adulta y potente de Herostates. Con movimientos lentos y deliberados Afrodita, aún con la mano en la barbilla, arroja al niño al vacío.

Mercurio vuela lento, busca tres pisos más abajo, la ventana abierta de su cuarto, entra, llega a su cama y desciende. Termina el caramelo y feliz piensa en el futuro.

Pintura de Eduardo Anievas Cortines; -4- Remembrance...of you, in a mirror.

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