jueves, noviembre 29, 2007

Amuleto


La mañana del sábado pasaba lentamente en el arroyo, las aguas calmas dejan ver el fondo, algo verdoso destella en lo profundo, me zambullo como flecha hasta el fango para tomar este metal de forma recta. Salgo para encontrar una extraña lanceta en las manos.

Creo que es un objeto sacro, que me protegerá de la maldad, que será amuleto ante la mala suerte y lo coloco, colgado, en el espejo del auto de renta que conduzco.

Paseo mañanas y tardes seguro con este objeto, es patente que posee una naturaleza de portento.

A la noche, sube al carro una hermosa mujer que se enamora del metal, me ofrece pasta por él pero no acepto, me ofrece más y no me someto, baja con el enojo alojado en su pecho. No puedo más. La llamo y le ofrezco un trato.

Su cuerpo por el objeto. Su objeto de deseo por el que ahora me consume.

Me ve con ojos alegres y juguetones y hace fuego con un arma que me destroza la cara.

Negrura.

-¡Todo por este objeto de metal que me gustó tanto! -especula la mujer al alejarse del auto con el amuleto.


Arturo Herrera ©
Nota: De nuevo no hay una vocal.

domingo, noviembre 04, 2007

Nuclear

-¡Auch!

De nuevo me pegué con algo. Me arrastro entre la zona de comida y la de excrecencias sin posibilidad de saber si es correcto. Como directo de las latas y los depósitos de plástico y los utilizo de nuevo como contenedores fétidos. Cuando duermo dejo a unos centímetros una señal de ropa para poder orientarme al despertar.

Hace ya tres días que estamos en la más completa oscuridad desde que la explosión dejó ese hongo característico en el horizonte y el pulso electromagnético fundió todas las instalaciones eléctricas de los alrededores.

¡Fui un tonto! No calculé las cargas inducidas sobre las baterías del refugio, todo está muerto, no hay luz.

Estoy encerrado solo en esta caja emplomada de tres por tres, sin comunicación con el exterior ni capacidad de tenerla, la última noticia que escuche en la radio, después del resplandor y antes de ocultarme aquí, fue que la presa “Los riñones” se partió. Como la casa y el refugio están en el valle seguramente estamos bajo unos metros de agua.

No tengo idea de cuánto tiempo tengo, todos los cálculos me fallaron y no sé si el aire o los alimentos me durarán lo suficiente o si (por el hambre, la sed o por la necesidad de respirar) saldré al exterior. Estoy asustado...

-Arturito, hijo. ¡Sal ya de la caja fuerte de tu padre! Un día de estos nos vamos a olvidar de ti y vas a quedar encerrado. Habrá que llevarte al médico, no es sana tanta imaginación.¡Vamos! es hora de dormir, mañana hay colegio, ¡vamos ya!