viernes, diciembre 28, 2007

Azul


El azar camina lentamente y alcanza siempre a las almas intranquilas, se desenvuelve y sale; cambia las circunstancias, se acumula, rueda y se agiganta, así causa la hendidura, fragmenta la inercia, estalla en miles de piezas. Al despertar entendí.


La vivienda era azul, de un azul resplandeciente, la luz se filtraba desde una abertura en la techumbre cubierta de cristales disímiles que hacían difícil calcular su medida. Me sentía atrapada.


¿Y la rueda blanca? Trataba de pensar y las imágenes se negaban a aparecer, libre de ideas la duda dejaba de existir.


Llegué hasta la barranca, me señalaban en la lejanía alguna entidad que percibía débilmente hasta que la vi, espantaba la ausencia de líneas, una bruma gris que caminaba hacia mí.


Grité, grité hasta cansarme y fue inútil. El ente me tragaba entera y, para mi demencia, sin sufrir.


El azar camina lentamente y alcanza siempre a las almas intranquilas, se desenvuelve y sale; cambia las circunstancias, se acumula, rueda y se agiganta, así causa la hendidura, fragmenta la inercia, estalla en miles de piezas. Al despertar entendí.

Nunca más experimentaré pastillas circulares (nuevas substancias) sin amigas y en el retrete de un bar.


Arturo Herrera ©

* Ahora, la que falta es la letra “o”.

domingo, diciembre 16, 2007

Haiku


a

I

Mares desiertos
como en antaño arenas
agua sin dueño.

a

II

Rota del fondo

en algodón formada;

nube llorosa.

a

III

Luz estética

se detiene un instante;

zurdo colibrí.

a

IV

Piedra tezontle

del calor de la tierra

suave despiertas.

a

V

Sol que nace

arriba en el templo

piel desolada.

a

Arturo Herrera ©

a

martes, diciembre 04, 2007

A los cincuenta


x

Te ves al espejo y no reconoces

al extraño añoso que de ahí te observa,

tiene cierto parecido con la imagen

profunda que te representa

y que cumple a lo más;

veinte, treinta, cuarenta.

x

Te llama tu hijo

profiere inter-sex-iones

y adjetiva profano,

¿Dónde estás? Arcaico y decrépito paterno.

x

Está en prosa, prozac.

Está difícil, táfil.

x

Ves hacia abajo; apenas las uñas de los pies,

hacia arriba; y el cuello te molesta,

tus manos; que ya no son las tuyas,

de las parcas son:

deshilan, devanan y cortan los sentidos.

x

Observas y entornando descubres ya la luz

refulge divertida, invita al interior.

x

De nuevo,

la ventana de azogue te pregunta.

x

¿A dónde se fue el bíceps?

¿Y por qué ahora?

La protuberancia está al otro lado,

(protuberancia sí, no consistente)

que al agitar los brazos

el movimiento es contrario y pendulante.

x

¿A dónde las antífonas?

En su tiempo admiradas

pasaron a escondidas

al frente de tu cuerpo

¿Cuándo? Te preguntas,

el atractivo posterior,

adjetivo sombreado y

sustantivo cónico,

se convirtió en hyper_bola ecológica.

x

¿A dónde los muslos?

Ciclista abandonado.

¿Cómo? ¡Por Zeus!,

pasaron hasta el cuello

transformándose así en papada cultural

sólo alcanzada tras cien lecturas o más.

x

¿Y los ojos, dónde?

Que al menos necesitan

tres aumentos distintos:

para encontrar tu mundo,

para encontrar tu cama,

para encontrar tu sitio.

x

¿Y la estupidez?

Después de tanto usarla

deshecha, en jirones,

rota y recocida.

Esa, mi amigo,

si hiciste la tarea;

se fue alejando al tranco,

se fue alejando al tranco.

x

Saludos

Arturo Herrera ©

jueves, noviembre 29, 2007

Amuleto


La mañana del sábado pasaba lentamente en el arroyo, las aguas calmas dejan ver el fondo, algo verdoso destella en lo profundo, me zambullo como flecha hasta el fango para tomar este metal de forma recta. Salgo para encontrar una extraña lanceta en las manos.

Creo que es un objeto sacro, que me protegerá de la maldad, que será amuleto ante la mala suerte y lo coloco, colgado, en el espejo del auto de renta que conduzco.

Paseo mañanas y tardes seguro con este objeto, es patente que posee una naturaleza de portento.

A la noche, sube al carro una hermosa mujer que se enamora del metal, me ofrece pasta por él pero no acepto, me ofrece más y no me someto, baja con el enojo alojado en su pecho. No puedo más. La llamo y le ofrezco un trato.

Su cuerpo por el objeto. Su objeto de deseo por el que ahora me consume.

Me ve con ojos alegres y juguetones y hace fuego con un arma que me destroza la cara.

Negrura.

-¡Todo por este objeto de metal que me gustó tanto! -especula la mujer al alejarse del auto con el amuleto.


Arturo Herrera ©
Nota: De nuevo no hay una vocal.

domingo, noviembre 04, 2007

Nuclear

-¡Auch!

De nuevo me pegué con algo. Me arrastro entre la zona de comida y la de excrecencias sin posibilidad de saber si es correcto. Como directo de las latas y los depósitos de plástico y los utilizo de nuevo como contenedores fétidos. Cuando duermo dejo a unos centímetros una señal de ropa para poder orientarme al despertar.

Hace ya tres días que estamos en la más completa oscuridad desde que la explosión dejó ese hongo característico en el horizonte y el pulso electromagnético fundió todas las instalaciones eléctricas de los alrededores.

¡Fui un tonto! No calculé las cargas inducidas sobre las baterías del refugio, todo está muerto, no hay luz.

Estoy encerrado solo en esta caja emplomada de tres por tres, sin comunicación con el exterior ni capacidad de tenerla, la última noticia que escuche en la radio, después del resplandor y antes de ocultarme aquí, fue que la presa “Los riñones” se partió. Como la casa y el refugio están en el valle seguramente estamos bajo unos metros de agua.

No tengo idea de cuánto tiempo tengo, todos los cálculos me fallaron y no sé si el aire o los alimentos me durarán lo suficiente o si (por el hambre, la sed o por la necesidad de respirar) saldré al exterior. Estoy asustado...

-Arturito, hijo. ¡Sal ya de la caja fuerte de tu padre! Un día de estos nos vamos a olvidar de ti y vas a quedar encerrado. Habrá que llevarte al médico, no es sana tanta imaginación.¡Vamos! es hora de dormir, mañana hay colegio, ¡vamos ya!


sábado, octubre 27, 2007

Dádiva divina


Como antaño, Isaac, subió por la misma ruta a la montaña para hablar con su dios, los signos y las palabras así lo indicaban. Las ironías pasadas no lo lastimaban, la antigua duda no lo afligía, ahora, tomaría la dádiva divina.

Aguardó, aguardó y aguardó, acostumbrado a sus ruidosos arribos, a sus nuncios; ya imaginaba su aparición triunfal, los sonidos y las fanfarrias para ilustrar su vigor ultra humano.

Aburrido, imaginaba la cualidad otorgada, un adminículo con magia, un visor adivinatorio, un don para agudizar su vivacidad, un artilugio para dominar almas. Así pasaron minutos, muchos para Isaac, y nada.

Dormitaba y soñaba con los mayúsculos trabajos a cumplir, cómo narraría su aproximación al dios, cuándo mostraría su dádiva astral.

- ¿Isaac?

- Sí, mi dios.

- ¿Listo?

- Sí, mi dios.

-¡Ábrala!

La caja abrazaba a una tablilla con la inscripción “E”.

La dádiva divina.

Arturo Herrera ©

De nuevo, hago notar que no hay letra "e" hasta la letra "E"

sábado, septiembre 29, 2007

Signo perdido


Me descubro unido con el peñón, el nuevo embrujo fue enorme y rudo, mover el cuerpo sin sufrir el recorrido duele, duele mucho.

El declive no es muy obtuso, puedo subir lento e introducirme en el primer orificio que encuentre, pie con pie, pedrusco sobre pedrusco, todo mi cuerpo se funde con el muro y siento el rocoso sudor, el sufrimiento. Lo encontré.

Mi gemelo se percibe preso desde los huesos, el conjuro que lo envuelve es de preceptores, existen numerosos hechizos que puedo esgrimir. No deseo herirlo.

Dirijo el índice con pulcritud, pido que todo se solucione bien y nombro el sortilegio - “Zemposúchil -”; todo se obscurece, todo se pierde, es un hecho.

Mi heterónimo es libre por fin y si deseo conocer su derrotero sólo se requiere leerlo, mi némesis fenece con dolor, lento y seguro. Hoy el signo perenne de mi frente dejó de existir.

Arturo Herrera ©

Esta vez añado un comentario sobre este texto sólo para hacer notar la falta de la letra "A". Que a mi me parece obvia pero la evidencia muestra que no lo es tanto.

Saludos


miércoles, septiembre 19, 2007

Xiuhmolpilli

n

Cerrar el ciclo, encender la llama

novísimo fuego que inicia este día

aquí la serpenta encuentra su cola

ahora la acción cede a la visión

m

desde el oriente me mira emplumado

giro y doy la vuelta hasta el desollado

muevo mi cuerpo y el humeante llama

de nuevo me torno hasta el colibrí

m

ahora levanto mi vista hacia el cielo

dos nítidas luces se asoman de ahí

bajo la cabeza y encuentro al más viejo

mis dos pies se asientan en el gran faldón

m

aquí doy gracias al que todo otorga

a la madre tierra que acompaña el viaje

al nueve y al águila que mi nombre forman

al cielo que envuelve, al ciclo cerrar.

m

Arturo Herrera ©

miércoles, agosto 15, 2007

Hay mujeres.

x

Hay mujeres más fuertes que los años,

pasan décadas y el aluvión no asienta,

despiertas solo y sientes su presencia,

su recuerdo, su olor, su mito,

Nalia era de esas.

x

Hay mujeres más fuertes que la risa,

amanecer con ella invita al regocijo,

abrir los ojos y recordar su prisa,

cantar de alegría, animada brisa.

Floria era de esas.

x

Hay mujeres más fuertes que el dolor,

la observas y su imagen atormenta,

no puedes evitarlo, rasga la pupila,

su nítida faz hiere sin medida.

Baria era de esas.

x

Hay mujeres más fuertes que el olvido,

se imprimen en el cuerpo y dejan marca,

miras al espejo y ella está tatuada

en el más hondo lugar de tu recuerdo.

Haria era de esas.

x

Hay mujeres más fuertes que los hombres,

y hay incautos que prefieren olvidarlo,

la amas sin medida suplicando

que encuentre algo bueno en ti, en lo profundo.

María es ellas, todas.

x

ah ©

viernes, agosto 03, 2007

Manzana.


x

Desde el árbol del hendido paraíso

se deshacen las mentes más rotundas

sobre el quid que se encarama en friso

con respuestas sesudas y profundas.

x

¿Si la manzana enerva las bondades?

¿Si es siempre la serpiente la culpable?

O si sólo se encuentra en las edades

la lógica del dios y el innombrable.

x

Mal y bien se encuentran sobre el río

que separa la vida de la muerte

si navego sobre el agua, ya porfío,

x

y si me hundo en ella, que deserte.

A la izquierda del saber, si siento frío,

o virar a la derecha si hubo suerte.

x

Arturo Herrera ©

miércoles, julio 18, 2007

Soy.


x

Escribí este texto ya hace algunas semanas y pensé varias veces en pegarlo al blog, me detenía un poco de prudencia y de timidez ante lo abrupto de mi discurso sobre un tema que siempre es polémico. Hoy, después de las noticias de la semana sobre el juicio a los sacerdotes pederastas en los Estados Unidos y el desprecio total a las instituciones de justicia de los prelados católicos, (llámese cardenal mahoney, o algo así, y el cardenal mexicano, de cuyo nombre no quiero acordarme) que prefirieron pagar (del propio dinero de la congregación, o de la santa sede, [no puedo dejar de hacer un juego de palabras: “la santa cede”]) una cantidad obscena de dólares para evitarse la pena de declarar ante un jurado. El precio me parece adecuado, son algo así como 666 millones de diabólares. Sé que no es la cantidad exacta pero hacer referencia del número que nos lleva a la edad primera del catolicismo, de el uso de esa cifra para nombrar al “mal” y de las relaciones que se ejercen a través de los siglos para demostrar que no hemos cambiado nada (para ser asertivos diré: muy poco) desde los inicios de está religión con excepción de que en esos inicios el “mal” se encontraba afuera y ahora está adentro de ella.

Vaya pues este texto mío que ahora parece totalmente suave y benevolente.

Soy

Soy absolutamente ateo y totalmente anticlerical pero lo más difícil, decidí hace mucho tiempo no intentar convencer a nadie de acompañarme en esta búsqueda hacia la nada.

Admiro profundamente a las personas que con conocimiento de causa prefieren anteponer su fe, su creencia a las vicisitudes de la razón. Admiro más por cierto a los que han intentado incrementar el conocimiento que tienen de su fe y han realizado un viaje (parecido al mío) para alcanzar esa certeza. Aunque nuestros caminos sean divergentes.

A los que no admiro son a los que requieren del dogma para minimizar a sus congéneres, para radicalizar una posición sólo con el argumento de que es dicho por la iglesia o por un docto doctor o por un iniciado o por un maestro emérito o por un simple licenciado (el caso es que no soporto a las personas con ideas de otros y solamente ideas de otros), en el caso católico por el papa, en otros casos por las personas que detentan el poder religioso. A los que el solo hecho de pertenecer a una congregación les confiere la potestad de proliferar e instigar a la comunidad a la “verdad”.

Soy profundamente ateo y no respeto a los personajes que anteponen sus gracias o desgracias a dios por encima de sus merecimientos o carencias, la posición de dios y su deseo es siempre la excusa de sus bienes y sus desdenes. No respeto a la acendrada moral que elimina la decisión personal y donde el libre albedrío solo es correcto si sigue las directrices desarrolladas por el dogma en curso, aunque este sea totalmente diferente al dogma milenario.

Soy totalmente anticlerical (en este caso si católico) porque veo en ese aparato manipulador a muchos de los males que engendran a la sociedad occidental moderna, la total falta de claridad y sujeción ante el poder, su ceguera insensata hacia los grandes perjuicios que ocasionan sus prelados atacando sin cuartel a niños desarmados y refugiándose luego bajo la sotana del cardenal cercano, que en aras del “bien” eclesiástico los oculta y los ayuda para evitar su merecido castigo.

Refreno mis ansias de proferir aquí ofensas en contra del anciano marcial y decrépito al que sólo se aleja de los “usos” de la iglesia cuando no sólo es un animal masieliento, de bajas costumbres e inconfeso sino que hay testimonios de hombres probos que lo desenmascaran y relatan sus desventuras cuando utilizó su posición de mentor para abusar de ellos. Y la institución papal lo aclama como protector de la fe.

Prefiero, entonces mantener este estado de ateísmo anticlerical para defender mi alma, esa de la que las religiones se creen poseedoras, alejada de su abulia y su doble moral, para así; en un final de doble giro (como las hélices del ADN) redescubrir por último que la ausencia de dios (de deidad, de primer motor, de energía creadora, de cuantos energéticos) te lleva irremediablemente a la luz, a la iluminación y que tu alma emerge del pozo mal oliente de esa desechada religión sin mácula y dispuesta a encontrar mejores y más fructíferos caminos.

Arturo Herrera ©

viernes, julio 13, 2007

Shockin.

x

Empecé a quererla porque sí, por nada (Zitarrosa), porque estaba ahí, enfrente, y todos los días a partir de ese fugaz descubrimiento mi sentir crecía, como un adagio que se encamina a un finale presto, su cabello largo y negro, su andar acompasado y deslizante, su cuerpo (que ya en ese momento para mi) era el mejor cuerpo del mundo. Llamémosla Shockin.

Nunca más, desde ese remoto pasado, he vuelto ha encontrar piel tan gruesa y tan dúctil como aquella. Respuesta tan rápida y emocionada como esa. Prisas y tropiezos como aquellos. Al final, la experiencia cobra su peaje.

No veía y no escuchaba si no era a través de ella, de sus ojos, de sus manos. Ese inmenso amor que sólo se encuentra antes del conocimiento, antes de la vida, en el principio.

Ahora, tardamos varios segundos, varias vidas en reconocernos. Y como no. Si la sonrisa hermosa de su boca está encarcelada por aditamentos metálicos, si a mi boca amorosa la emboza un bigote que ella no conoció siquiera y ahora mi papada ya no es germinal, su negro cabello a la cintura hoy es corto y decolorado, su nariz con apenas una curva ligera es ya mayor. Los ojos, ahí nos encontramos, tras las arrugas y los sinsabores la chispa está aun en las pupilas, la luz que emite el reconocimiento rememora a aquella antigua del deseo.

Podrían pasar dos vidas más y no olvidaría esos labios carnosos que ahora me presentan a su esposo.

Sus hijos, que no son míos, tienen treinta años. Por dios, apenas los dos sumábamos esa cantidad cuando nos besábamos.

-¿Y te casaste? Pregunta así, como sin importancia.

Mi respuesta es la misma de siempre.

-Si, tres veces.

A esa frase le sigue, por costumbre, una carcajada sonora, pero hoy, hoy la risa es menos estruendosa y con un dejo de fracaso.

Trato de recordar como terminó, como la distancia pudo más que nuestro sentimiento y recuerdo un cambio de dirección, un cambio de horario, un pasar de secundaria a preparatoria, un cumplir dieciséis, una sincronía que se tornó lejanía.

- Fue un placer saludarte. Me despido.

Tomo su mano y mi diestra no la reconoce, han pasado tantos días que nuestra piel ya es presa del olvido, me acerco y la beso amable, ya no hay aroma de hormona floreciente, me alejo, veo sus ojos, es ahí donde habita el recuerdo.

- Igualmente, nos veremos otro día, me dijo al despedirse.

- Mucho gusto José, adiós María.


Arturo Herrera ©

martes, julio 03, 2007

Lector etéreo.

Al saber embózalo Juana Inés,

la habilidad ocúltala Dupin

hasta llamarte arena y serafín.


Emily; las borrascas de costumbre

del translúcido aceite caes, Lillian

y del propio lugar, Virginia, brillan.


Gabrielle, ¿cómo llegaste a ser Colette?

Elena pidió paz, lloró Mistral

y con Safo son parte del total.


Desde el latín de la soltera Castellanos

hasta las huellas sutiles de Alfonsina

se mantiene la arcaica Eufrosina.


Mary aterra a las consciencias

del duro acero del orgullo

Austen sin prejuicio del murmullo.


Anais, al fin una completa y

del saber, en manos divertidas,

ángeles en escribas convertidas.


Arturo Herrera ©

miércoles, junio 20, 2007

Amor etéreo.

Desiste del crepúsculo Desdémona,

recula Calixto hasta la línea

si enfrentas al astado sin cadena,

le rompes la ilusión, mi Dulcinea.

xxxxxxxxxxxx

Recuerda a los osados, pura Diana

huye de los lerdos, Friné hermosa

cuando se depende del amor, manzana,

las hieren con fruición, se les destroza.

xxxxxxx

De las ilusiones, Juana ten cuidado

porque una Isabel ya tiene el cetro

y lo usa de falo, no es discreto.

xx

¿Y el amor etéreo? Beatriz celeste,

se deshace marchito, dura mitra,

del mal amante en turno, Margarita.

xx

Arturo Herrera ©

domingo, junio 17, 2007

El baño.

El baño, la regadera en específico, es y ha sido un vínculo para mi estructura de vida. Es en el lugar donde dilucido grandes temas, no sé si el agua salpicando sobre la piel, el sonido que hace contra las cortinas plásticas o el desenfadado vapor que humedece mis vías respiratorias provocan un estado de conciencia alterada que me permite verme, en muchas ocasiones por fuera de mí. Como alma llevada hacia fuera por míticos personajes, como resultado de meditación oriental profunda, como desdoblamiento onírico astral, etc. Fuera de mi.

Por otro lado, las palabras, por el sólo hecho de serlo, me gustan más o me disgustan menos y tengo las consideradas preferidas.

Perogrullo es una de ellas, y al entrar a la regadera venía acompañándome silenciosa desde una lectura anterior que la refería, nada amablemente, en relación a los políticos, Perogrullo puede parecer despectiva o agresiva pero es desde luego una de las mejores palabras del diccionario.

En adición, y ya en ese estado de meditación lúdica que representa el baño, me saltó (como saltan los gatos cazadores sobre su presa) otra querida palabra:

Tautología, para retarme (otorgándole, a la palabra, cierto animismo estrafalario) a explicar por qué: la primera de forma despectiva y la segunda de manera culterana, significan casi lo mismo.

Perogrullo:

Verdad o certeza que, por notoriamente sabida, es necedad o simpleza el decirla.

Tautología:

Repetición inútil y viciosa. Despectiva

Repetición de un mismo pensamiento expresado de distintas maneras

En ciencia: verdad evidente por sí misma.

Que se utiliza como argumento inicial de una demostración matemática o lógica.

Así dicho, descubro (en el baño) que todo esto que he dicho es o un Perogrullo o una tautología, lo que nos lleva a concluir que los pensamientos suscitados en la regadera son (en el mejor de los casos) circulares y no extracorpóreos. ¿Perogrullo de nuevo? ¿Tautología?

Arturo Herrera ©

sábado, junio 09, 2007

Hoy sin ir más lejos.


Las apariciones son cosa de todos los días

en un aparador lo encontré observando

hoy sin ir más lejos al cruzar las vías

vi en la otra esquina sus ojos mirando

en mi juventud, asomo de vida

a los veinticinco la savia sedienta

mi padre el doctor murió de salida

y el viejo papá no llegó a cincuenta

época de dudas, un par de años antes

lo traje al correr durante minutos

ya con la raqueta resoplaba guantes

y cayó rendido sin aire y sin frutos

ahora parece, con más años que el viejo,

que ayer no murió, se escondió un momento,

al ver a mi hijo me vence el reflejo

lo veo fugazmente siempre que me afeito

soy ahora mi padre y mi hijo también

él se encuentra inserto en nuestro movimiento

soy siempre su hijo y mi hijo también

y los tres unidos nos damos sustento.

Arturo Herrera ©

sábado, junio 02, 2007

La dama de Argón.

Reino del Dolmen, Bosque Umbroso, 1315

Misiva a la Reina Filósofa sobre la dama de Argón.

Querida Reina:
Como de costumbre, cada que tengo un movimiento de alma recurro a ti, mi filósofa, para desentrañar (sacar de las entrañas) estos sentimientos que se arrojan sobre la razón.
Si notas en mis palabras frases negativas y maledicientes es porque en este momento me estremece un mal sentimiento, los acontecimientos de la última semana parecen, son, tan sobrecogedores, tan divergentes que me mantienen en este estado de postración inválida, a la que sólo recurro en casos de emergencia, y escribirte es una de las pocas cosas que apaciguan mi intelecto, mi alma, mi persona toda.
Sucede, ángel mío, que cometo los mismos errores una y otra vez, ¿Cómo si no? Puedo decirle a la hermosa en turno (llamémosla Estúltica de Argón (ya conoces mi predilección por las esdrújulas)) que me gusta y que siento un hilo conductor que me lleva a ella, que nuestras almas son cercanas y se acoplan, que nuestras energías son especulares; si sé que las frases mismas (lo sé de seguro) serán tomadas como una invitación al miedo. Sí, decir las cosas como son (no como deben ser) asusta de forma inmisericorde a las personas.
Ya habíamos concordado que la próxima vez que me acercara a una bella lo haría con ese patológico ritual al cual está (están) acostumbrada (acostumbradas) sería desde el principio un discurso suave y rosa que no le llevara a tomar ninguna decisión, la mantendría en un nicho de seguridad y de protección del que no deseara salir, la comodidad y la esperanza de un futuro tranquilo y sin sobresaltos es mucho más deseable que el uso de la inteligencia y el conocimiento personal.
Por ende, no cuestionar sus ideas ni las de la sociedad opresora en la que nos movemos, para con sagacidad, insuflarle en el espíritu la necesidad de mi persona y la convicción pura de que no importaría ningún rechazo que mi sentimiento por ella no soportara estoicamente.

En fin, engañarla del modo más artero para lograr su sentimiento que después en el futuro la venganza por estos rechazos sería cobrada con creces.
¿Y qué crees? Pensé (verbo en tiempo pasado que denota la propia estupidez de la acción o como dirías en una de tus mejores frases, "hablar de uno mismo es hablar del tonto de la fábula") que ella era diferente, que los años de moldeo social ni habían hecho ningún menoscabo en su inteligencia, que sus estudios y su alta posición en la corte la habían forjado con acero diferente.

ERROR, amiga, ERROR, la sociedad suscita pensamientos estúpidos aun en el mejor de sus hombres o mujeres (parece frase misógina pero sabes que desde hace mucho no las uso): esta apertura y claridad de mi parte la tomó (a ella) primero por sorpresa y después la percibió como acoso y la asumió con sufrimiento, llegué a sentir su temor, y todo esto por hablarle llanamente de mis sentimientos y pensamientos hacia ella.
El resultado, ella buscó denodadamente grietas en mi disertación, buscó, inmisericorde, lugares comunes sobre relaciones odiosas (y odiadas por mi) encontró frases que de tan lerdas menospreciaban mi inteligencia y la suya. Sabes bien amiga que algo que detesto es la anteposición de Dios (el que fuere) a nuestros actos y decisiones, de agradecer a la divinidad nuestra posición y nuestra suerte o nuestros descalabros y dudas. Así, en epístola supina describe su desventura y termina con un "disculpa me he sentido abrumada".

“Explica, plica, si la verdad radica o la disculpa aplica” sería el lema de nuestra misiva que de pasional no sé si sea entendible.

Espero tu pronta respuesta que refrescará mi mente enferma con tus frases que se vuelven perlas y tus caricias que son tan amorosas (espero que esta frase no te haga brincar como a la interfecta) donde, ya al recibirte en palabras, mi descanso se vuelve apetecible y apacible.

Autárquio de Crimea

Arturo Herrera ©



Ya habiamos concordado que la próxima vez que me acercara a una bella lo haría con ese patólogico ritual al cual está (están) acostumbrada, sería desde el principio un discurso suave y rosa que no le llevara a tomar ninguna decisíón, la mantendría en un nicho de seguridad y de protección del que no deseara salir, la comodidad y la esperanza de un futuro tranquilo y sin sobresaltos es mucho más deseable que el uso de la inteligencia.

En fin, no cuestionar sus ideas ni las de la sociedad opresora en la que nos movemos, para con sagacidad, insuflarle en el espíritu la necesidad de mi persona y la convicción pura de que no importaría ningún rechazo que mi sentimiento no soportara estoicamente.

En fin, engañarla como chino para lograr su sentimiento que después en el futuro la venganza por estos rechazos sería cobrada con creces.

¿Y qué crees?

Pensé (verbo en pasado que denota la propia estupidez de la acción o como dirías en una de tus mejores frases, "hablar de uno mismo es hablar del tonto de la película") que era diferente, que los años de moldeo social ni habían hecho ningún menoscabo en su inteligencia, que sus estudios y su alta posición en el trabajo la habian forjado con acero diferente. ERROR, amiga, ERROR, la sociedad suscita pensamientos estúpidos aun en el mejor de sus hombres o mujeres (parece frase misógina pero sabes que desde hace mucho no las uso) y esta apertura y claridad de mi parte la tomó como acoso y con sufrimiento, llegué a sentir su temor, por hablarle llanamente de mis sentimientos hacia ella.

el resultado, ella buscó denodadamente grietas en mi disertación, buscó inmisericorde lugares comunes sobre relaciones odiosas (y odiadas por mi) encontro frase que de tan lerdas menospreciaban mi inteligencia y la suya. Sabes bien amiga que algo que detesto es la anteposición de Dios (el que fuere) a nuestros actos y decisiones, de agradecer a la divinidad nuestra posición y nuestra suerte o nuestros descalabros y dudas. Así, en epístola supina describe su desventura y termina con un "disculpa me he sentido abrumada".

Querida:

Como de costumbre, cada que tengo un movimiento de alma recurro a ti, mi filósofa, para desentrañar (sacar de las entrañas) estos sentimientos que se arrojan sobre la razón.

Si notas en mis palabras frases negativas y maledicentes es porque en este momento me sobrecoge un mal sentimiento, los acontecimientos de la última semana parecen, son, tan sobrecogedores, tan divergentes que me mantienen en esta estado de postración inválida, a la que sólo recurro en casos de emergencia, y escribirte es una de las pocas cosas que apaciguan mi intelecto.

Sucede, ángel mío, que cometo los mismos errores una y otra vez, ¿cómo si no? Puedo decirle a la hermosa en turno que me gusta y que siento un hilo conductor que me lleva a ella, si la frase misma (lo sé de seguro) será tomada como una invitación al miedo, si decir las cosas como son (no como deben ser) asusta inmisericordemente a las personas.

Ya habiamos concordado que la próxima vez que me acercara a una bella lo haría con ese patólogico ritual al cual está (están) acostumbrada, sería desde el principio un discurso suave y rosa que no le llevara a tomar ninguna decisíón, la mantendría en un nicho de seguridad y de protección del que no deseara salir, la comodidad y la esperanza de un futuro tranquilo y sin sobresaltos es mucho más deseable que el uso de la inteligencia.

En fin, no cuestionar sus ideas ni las de la sociedad opresora en la que nos movemos, para con sagacidad, insuflarle en el espíritu la necesidad de mi persona y la convicción pura de que no importaría ningún rechazo que mi sentimiento no soportara estoicamente.

En fin, engañarla como chino para lograr su sentimiento que después en el futuro la venganza por estos rechazos sería cobrada con creces.

¿Y qué crees?

Pensé (verbo en pasado que denota la propia estupidez de la acción o como dirías en una de tus mejores frases, "hablar de uno mismo es hablar del tonto de la película") que era diferente, que los años de moldeo social ni habían hecho ningún menoscabo en su inteligencia, que sus estudios y su alta posición en el trabajo la habian forjado con acero diferente. ERROR, amiga, ERROR, la sociedad suscita pensamientos estúpidos aun en el mejor de sus hombres o mujeres (parece frase misógina pero sabes que desde hace mucho no las uso) y esta apertura y claridad de mi parte la tomó como acoso y con sufrimiento, llegué a sentir su temor, por hablarle llanamente de mis sentimientos hacia ella.

el resultado, ella buscó denodadamente grietas en mi disertación, buscó inmisericorde lugares comunes sobre relaciones odiosas (y odiadas por mi) encontro frase que de tan lerdas menospreciaban mi inteligencia y la suya. Sabes bien amiga que algo que detesto es la anteposición de Dios (el que fuere) a nuestros actos y decisiones, de agradecer a la divinidad nuestra posición y nuestra suerte o nuestros descalabros y dudas. Así, en epístola supina describe su desventura y termina con un "disculpa me he sentido abrumada".

Querida:

Como de costumbre, cada que tengo un movimiento de alma recurro a ti, mi filósofa, para desentrañar (sacar de las entrañas) estos sentimientos que se arrojan sobre la razón.

Si notas en mis palabras frases negativas y maledicentes es porque en este momento me sobrecoge un mal sentimiento, los acontecimientos de la última semana parecen, son, tan sobrecogedores, tan divergentes que me mantienen en esta estado de postración inválida, a la que sólo recurro en casos de emergencia, y escribirte es una de las pocas cosas que apaciguan mi intelecto.

Sucede, ángel mío, que cometo los mismos errores una y otra vez, ¿cómo si no? Puedo decirle a la hermosa en turno que me gusta y que siento un hilo conductor que me lleva a ella, si la frase misma (lo sé de seguro) será tomada como una invitación al miedo, si decir las cosas como son (no como deben ser) asusta inmisericordemente a las personas.

Ya habiamos concordado que la próxima vez que me acercara a una bella lo haría con ese patólogico ritual al cual está (están) acostumbrada, sería desde el principio un discurso suave y rosa que no le llevara a tomar ninguna decisíón, la mantendría en un nicho de seguridad y de protección del que no deseara salir, la comodidad y la esperanza de un futuro tranquilo y sin sobresaltos es mucho más deseable que el uso de la inteligencia.

En fin, no cuestionar sus ideas ni las de la sociedad opresora en la que nos movemos, para con sagacidad, insuflarle en el espíritu la necesidad de mi persona y la convicción pura de que no importaría ningún rechazo que mi sentimiento no soportara estoicamente.

En fin, engañarla como chino para lograr su sentimiento que después en el futuro la venganza por estos rechazos sería cobrada con creces.

¿Y qué crees?

Pensé (verbo en pasado que denota la propia estupidez de la acción o como dirías en una de tus mejores frases, "hablar de uno mismo es hablar del tonto de la película") que era diferente, que los años de moldeo social ni habían hecho ningún menoscabo en su inteligencia, que sus estudios y su alta posición en el trabajo la habian forjado con acero diferente. ERROR, amiga, ERROR, la sociedad suscita pensamientos estúpidos aun en el mejor de sus hombres o mujeres (parece frase misógina pero sabes que desde hace mucho no las uso) y esta apertura y claridad de mi parte la tomó como acoso y con sufrimiento, llegué a sentir su temor, por hablarle llanamente de mis sentimientos hacia ella.

el resultado, ella buscó denodadamente grietas en mi disertación, buscó inmisericorde lugares comunes sobre relaciones odiosas (y odiadas por mi) encontro frase que de tan lerdas menospreciaban mi inteligencia y la suya. Sabes bien amiga que algo que detesto es la anteposición de Dios (el que fuere) a nuestros actos y decisiones, de agradecer a la divinidad nuestra posición y nuestra suerte o nuestros descalabros y dudas. Así, en epístola supina describe su desventura y termina con un "disculpa me he sentido abrumada".

Querida:

Como de costumbre, cada que tengo un movimiento de alma recurro a ti, mi filósofa, para desentrañar (sacar de las entrañas) estos sentimientos que se arrojan sobre la razón.

Si notas en mis palabras frases negativas y maledicentes es porque en este momento me sobrecoge un mal sentimiento, los acontecimientos de la última semana parecen, son, tan sobrecogedores, tan divergentes que me mantienen en esta estado de postración inválida, a la que sólo recurro en casos de emergencia, y escribirte es una de las pocas cosas que apaciguan mi intelecto.

Sucede, ángel mío, que cometo los mismos errores una y otra vez, ¿cómo si no? Puedo decirle a la hermosa en turno que me gusta y que siento un hilo conductor que me lleva a ella, si la frase misma (lo sé de seguro) será tomada como una invitación al miedo, si decir las cosas como son (no como deben ser) asusta inmisericordemente a las personas.

Ya habiamos concordado que la próxima vez que me acercara a una bella lo haría con ese patólogico ritual al cual está (están) acostumbrada, sería desde el principio un discurso suave y rosa que no le llevara a tomar ninguna decisíón, la mantendría en un nicho de seguridad y de protección del que no deseara salir, la comodidad y la esperanza de un futuro tranquilo y sin sobresaltos es mucho más deseable que el uso de la inteligencia.

En fin, no cuestionar sus ideas ni las de la sociedad opresora en la que nos movemos, para con sagacidad, insuflarle en el espíritu la necesidad de mi persona y la convicción pura de que no importaría ningún rechazo que mi sentimiento no soportara estoicamente.

En fin, engañarla como chino para lograr su sentimiento que después en el futuro la venganza por estos rechazos sería cobrada con creces.

¿Y qué crees?

Pensé (verbo en pasado que denota la propia estupidez de la acción o como dirías en una de tus mejores frases, "hablar de uno mismo es hablar del tonto de la película") que era diferente, que los años de moldeo social ni habían hecho ningún menoscabo en su inteligencia, que sus estudios y su alta posición en el trabajo la habian forjado con acero diferente. ERROR, amiga, ERROR, la sociedad suscita pensamientos estúpidos aun en el mejor de sus hombres o mujeres (parece frase misógina pero sabes que desde hace mucho no las uso) y esta apertura y claridad de mi parte la tomó como acoso y con sufrimiento, llegué a sentir su temor, por hablarle llanamente de mis sentimientos hacia ella.

el resultado, ella buscó denodadamente grietas en mi disertación, buscó inmisericorde lugares comunes sobre relaciones odiosas (y odiadas por mi) encontro frase que de tan lerdas menospreciaban mi inteligencia y la suya. Sabes bien amiga que algo que detesto es la anteposición de Dios (el que fuere) a nuestros actos y decisiones, de agradecer a la divinidad nuestra posición y nuestra suerte o nuestros descalabros y dudas. Así, en epístola supina describe su desventura y termina con un "disculpa me he sentido abrumada".



Querida:

Como de costumbre, cada que tengo un movimiento de alma recurro a ti, mi filósofa, para desentrañar (sacar de las entrañas) estos sentimientos que se arrojan sobre la razón.

Si notas en mis palabras frases negativas y maledicentes es porque en este momento me sobrecoge un mal sentimiento, los acontecimientos de la última semana parecen, son, tan sobrecogedores, tan divergentes que me mantienen en esta estado de postración inválida, a la que sólo recurro en casos de emergencia, y escribirte es una de las pocas cosas que apaciguan mi intelecto.

Sucede, ángel mío, que cometo los mismos errores una y otra vez, ¿cómo si no? Puedo decirle a la hermosa en turno que me gusta y que siento un hilo conductor que me lleva a ella, si la frase misma (lo sé de seguro) será tomada como una invitación al miedo, si decir las cosas como son (no como deben ser) asusta inmisericordemente a las personas.

Ya habiamos concordado que la próxima vez que me acercara a una bella lo haría con ese patólogico ritual al cual está (están) acostumbrada, sería desde el principio un discurso suave y rosa que no le llevara a tomar ninguna decisíón, la mantendría en un nicho de seguridad y de protección del que no deseara salir, la comodidad y la esperanza de un futuro tranquilo y sin sobresaltos es mucho más deseable que el uso de la inteligencia.

En fin, no cuestionar sus ideas ni las de la sociedad opresora en la que nos movemos, para con sagacidad, insuflarle en el espíritu la necesidad de mi persona y la convicción pura de que no importaría ningún rechazo que mi sentimiento no soportara estoicamente.

En fin, engañarla como chino para lograr su sentimiento que después en el futuro la venganza por estos rechazos sería cobrada con creces.

¿Y qué crees?

Pensé (verbo en pasado que denota la propia estupidez de la acción o como dirías en una de tus mejores frases, "hablar de uno mismo es hablar del tonto de la película") que era diferente, que los años de moldeo social ni habían hecho ningún menoscabo en su inteligencia, que sus estudios y su alta posición en el trabajo la habian forjado con acero diferente. ERROR, amiga, ERROR, la sociedad suscita pensamientos estúpidos aun en el mejor de sus hombres o mujeres (parece frase misógina pero sabes que desde hace mucho no las uso) y esta apertura y claridad de mi parte la tomó como acoso y con sufrimiento, llegué a sentir su temor, por hablarle llanamente de mis sentimientos hacia ella.

el resultado, ella buscó denodadamente grietas en mi disertación, buscó inmisericorde lugares comunes sobre relaciones odiosas (y odiadas por mi) encontro frase que de tan lerdas menospreciaban mi inteligencia y la suya. Sabes bien amiga que algo que detesto es la anteposición de Dios (el que fuere) a nuestros actos y decisiones, de agradecer a la divinidad nuestra posición y nuestra suerte o nuestros descalabros y dudas. Así, en epístola supina describe su desventura y termina con un "disculpa me he sentido abrumada".



Querida:

Como de costumbre, cada que tengo un movimiento de alma recurro a ti, mi filósofa, para desentrañar (sacar de las entrañas) estos sentimientos que se arrojan sobre la razón.

Si notas en mis palabras frases negativas y maledicentes es porque en este momento me sobrecoge un mal sentimiento, los acontecimientos de la última semana parecen, son, tan sobrecogedores, tan divergentes que me mantienen en esta estado de postración inválida, a la que sólo recurro en casos de emergencia, y escribirte es una de las pocas cosas que apaciguan mi intelecto.

Sucede, ángel mío, que cometo los mismos errores una y otra vez, ¿cómo si no? Puedo decirle a la hermosa en turno que me gusta y que siento un hilo conductor que me lleva a ella, si la frase misma (lo sé de seguro) será tomada como una invitación al miedo, si decir las cosas como son (no como deben ser) asusta inmisericordemente a las personas.

Ya habiamos concordado que la próxima vez que me acercara a una bella lo haría con ese patólogico ritual al cual está (están) acostumbrada, sería desde el principio un discurso suave y rosa que no le llevara a tomar ninguna decisíón, la mantendría en un nicho de seguridad y de protección del que no deseara salir, la comodidad y la esperanza de un futuro tranquilo y sin sobresaltos es mucho más deseable que el uso de la inteligencia.

En fin, no cuestionar sus ideas ni las de la sociedad opresora en la que nos movemos, para con sagacidad, insuflarle en el espíritu la necesidad de mi persona y la convicción pura de que no importaría ningún rechazo que mi sentimiento no soportara estoicamente.

En fin, engañarla como chino para lograr su sentimiento que después en el futuro la venganza por estos rechazos sería cobrada con creces.

¿Y qué crees?

Pensé (verbo en pasado que denota la propia estupidez de la acción o como dirías en una de tus mejores frases, "hablar de uno mismo es hablar del tonto de la película") que era diferente, que los años de moldeo social ni habían hecho ningún menoscabo en su inteligencia, que sus estudios y su alta posición en el trabajo la habian forjado con acero diferente. ERROR, amiga, ERROR, la sociedad suscita pensamientos estúpidos aun en el mejor de sus hombres o mujeres (parece frase misógina pero sabes que desde hace mucho no las uso) y esta apertura y claridad de mi parte la tomó como acoso y con sufrimiento, llegué a sentir su temor, por hablarle llanamente de mis sentimientos hacia ella.

el resultado, ella buscó denodadamente grietas en mi disertación, buscó inmisericorde lugares comunes sobre relaciones odiosas (y odiadas por mi) encontro frase que de tan lerdas menospreciaban mi inteligencia y la suya. Sabes bien amiga que algo que detesto es la anteposición de Dios (el que fuere) a nuestros actos y decisiones, de agradecer a la divinidad nuestra posición y nuestra suerte o nuestros descalabros y dudas. Así, en epístola supina describe su desventura y termina con un "disculpa me he sentido abrumada".



Querida:

Como de costumbre, cada que tengo un movimiento de alma recurro a ti, mi filósofa, para desentrañar (sacar de las entrañas) estos sentimientos que se arrojan sobre la razón.

Si notas en mis palabras frases negativas y maledicentes es porque en este momento me sobrecoge un mal sentimiento, los acontecimientos de la última semana parecen, son, tan sobrecogedores, tan divergentes que me mantienen en esta estado de postración inválida, a la que sólo recurro en casos de emergencia, y escribirte es una de las pocas cosas que apaciguan mi intelecto.

Sucede, ángel mío, que cometo los mismos errores una y otra vez, ¿cómo si no? Puedo decirle a la hermosa en turno que me gusta y que siento un hilo conductor que me lleva a ella, si la frase misma (lo sé de seguro) será tomada como una invitación al miedo, si decir las cosas como son (no como deben ser) asusta inmisericordemente a las personas.

Ya habiamos concordado que la próxima vez que me acercara a una bella lo haría con ese patólogico ritual al cual está (están) acostumbrada, sería desde el principio un discurso suave y rosa que no le llevara a tomar ninguna decisíón, la mantendría en un nicho de seguridad y de protección del que no deseara salir, la comodidad y la esperanza de un futuro tranquilo y sin sobresaltos es mucho más deseable que el uso de la inteligencia.

En fin, no cuestionar sus ideas ni las de la sociedad opresora en la que nos movemos, para con sagacidad, insuflarle en el espíritu la necesidad de mi persona y la convicción pura de que no importaría ningún rechazo que mi sentimiento no soportara estoicamente.

En fin, engañarla como chino para lograr su sentimiento que después en el futuro la venganza por estos rechazos sería cobrada con creces.

¿Y qué crees?

Pensé (verbo en pasado que denota la propia estupidez de la acción o como dirías en una de tus mejores frases, "hablar de uno mismo es hablar del tonto de la película") que era diferente, que los años de moldeo social ni habían hecho ningún menoscabo en su inteligencia, que sus estudios y su alta posición en el trabajo la habian forjado con acero diferente. ERROR, amiga, ERROR, la sociedad suscita pensamientos estúpidos aun en el mejor de sus hombres o mujeres (parece frase misógina pero sabes que desde hace mucho no las uso) y esta apertura y claridad de mi parte la tomó como acoso y con sufrimiento, llegué a sentir su temor, por hablarle llanamente de mis sentimientos hacia ella.

el resultado, ella buscó denodadamente grietas en mi disertación, buscó inmisericorde lugares comunes sobre relaciones odiosas (y odiadas por mi) encontro frase que de tan lerdas menospreciaban mi inteligencia y la suya. Sabes bien amiga que algo que detesto es la anteposición de Dios (el que fuere) a nuestros actos y decisiones, de agradecer a la divinidad nuestra posición y nuestra suerte o nuestros descalabros y dudas. Así, en epístola supina describe su desventura y termina con un "disculpa me he sentido abrumada".