domingo, noviembre 04, 2007

Nuclear

-¡Auch!

De nuevo me pegué con algo. Me arrastro entre la zona de comida y la de excrecencias sin posibilidad de saber si es correcto. Como directo de las latas y los depósitos de plástico y los utilizo de nuevo como contenedores fétidos. Cuando duermo dejo a unos centímetros una señal de ropa para poder orientarme al despertar.

Hace ya tres días que estamos en la más completa oscuridad desde que la explosión dejó ese hongo característico en el horizonte y el pulso electromagnético fundió todas las instalaciones eléctricas de los alrededores.

¡Fui un tonto! No calculé las cargas inducidas sobre las baterías del refugio, todo está muerto, no hay luz.

Estoy encerrado solo en esta caja emplomada de tres por tres, sin comunicación con el exterior ni capacidad de tenerla, la última noticia que escuche en la radio, después del resplandor y antes de ocultarme aquí, fue que la presa “Los riñones” se partió. Como la casa y el refugio están en el valle seguramente estamos bajo unos metros de agua.

No tengo idea de cuánto tiempo tengo, todos los cálculos me fallaron y no sé si el aire o los alimentos me durarán lo suficiente o si (por el hambre, la sed o por la necesidad de respirar) saldré al exterior. Estoy asustado...

-Arturito, hijo. ¡Sal ya de la caja fuerte de tu padre! Un día de estos nos vamos a olvidar de ti y vas a quedar encerrado. Habrá que llevarte al médico, no es sana tanta imaginación.¡Vamos! es hora de dormir, mañana hay colegio, ¡vamos ya!


7 comentarios:

Malinata dijo...

Hace mucho que no te escribia, perdón por la falta de atención pero es que no se qué poner que no me delate como tu fan número uno.
Excelente relato, tan real que sentí claustrofobia, pero al final me hiciste recordar a mi hijo, no se por qué jaja.
Saludos, eres mi escritor favorito, seguiré enganchada a tus relatos.
Besos.

lichazul dijo...

arturin jijiji me gusto el remate
totalmente real
mi hijo jugaba en una caja de cartón cuando tenía unos tres años
él era todo lo que quería y lo trasmitía para todos en vivo y en directo jijijii

pero quizá con una mirada distinta
nada raro que en época de la guerra fría
a muchos nos dió kuko el poder suponer que esto ocurriése
y será por eso que hay tantos bunkers hechos.....mmmmmmm hasta debajo de la moneda hay uno
abracito amigo bello
elisa

Unknown dijo...

Arturo,

La intensidad breve, la imaginación saltarina, la regodeo inteligente.

¡Saludos!

magic dijo...

Arturo querido!!!

Hace mucho no venia yo a este espacio, me acorde ya que en el mail, nos lo recomendabas, espero que La Feria, esté por terminar y haya sido un EXITO!!!!!

Como siempre tan imaginativo!!!, y lo bueno es que no se puso la combinación!!!!

Sabes que te extraño, Nimue

Ruy Alfonso Franco dijo...

La cristalización de una atmósfera rala es sin lugar a dudas lo mejor de este breve relato. Sin embargo, lo que no cuaja es el remate...

Te diré: por el tono y el diminutivo con que la madre se refiere a su hijo, nos hace pensar que es un niño: ¿12, 10, 8 años? A menos que ese niño sea un genio, no conoizco a ninguno que empleara un lenguaje tan agudo para describir un estado mental y de cosas.

Esto, me parece, da al traste con lo antes logrado en tu cuento. Faltó, a mi juicio, una mayor congruencia con el argumento final.

¿Qué tan viejo es este escrito?

Arturo Herrera dijo...

Amigo Ruy...
me parece que no conces a la misma generación moderna que yo... te platico.
Hace ya años, mi sobrino a la sazón de ocho o nueve años llegó después de ver una película a preguntarme:
"Tío tu que eres geofísico, ¿verdad que un flujo piroclástico viaja más de trescientos kilómetros por hora?"

Después de eso mi hijo y mis sobrinos han llegado a preguntar ciertas cosas de tecnología y de guerra con un lenguaje adulto y escrutador.

No sé, tal vez sólo quiero defender mi texto, pero siempre es bienvenido cualquier comentario de tu parte.
y sí, el texto ya tiene un par de años, un abrazo

Ruy Alfonso Franco dijo...

Diantres, entonces de veras que estoy desconectado de las nuevas juventudes. Es eso o de plano los sinaloenses no dan batería.

Fíjate, esto último no dista mucho de la realidad, las veces que he tenido alumnos de intercambio venidos del sur ---centro sobre todo---, están mucho más avispados que los norteños, más informados y con un lenguaje más coherente.

Así que sobre el detalle mencionado en tu cuento, de veras pensé que los chicos no se preocupaban tanto por la ciencia.

Ni hablar. Maese admirado, un abrazo.