viernes, diciembre 28, 2007

Azul


El azar camina lentamente y alcanza siempre a las almas intranquilas, se desenvuelve y sale; cambia las circunstancias, se acumula, rueda y se agiganta, así causa la hendidura, fragmenta la inercia, estalla en miles de piezas. Al despertar entendí.


La vivienda era azul, de un azul resplandeciente, la luz se filtraba desde una abertura en la techumbre cubierta de cristales disímiles que hacían difícil calcular su medida. Me sentía atrapada.


¿Y la rueda blanca? Trataba de pensar y las imágenes se negaban a aparecer, libre de ideas la duda dejaba de existir.


Llegué hasta la barranca, me señalaban en la lejanía alguna entidad que percibía débilmente hasta que la vi, espantaba la ausencia de líneas, una bruma gris que caminaba hacia mí.


Grité, grité hasta cansarme y fue inútil. El ente me tragaba entera y, para mi demencia, sin sufrir.


El azar camina lentamente y alcanza siempre a las almas intranquilas, se desenvuelve y sale; cambia las circunstancias, se acumula, rueda y se agiganta, así causa la hendidura, fragmenta la inercia, estalla en miles de piezas. Al despertar entendí.

Nunca más experimentaré pastillas circulares (nuevas substancias) sin amigas y en el retrete de un bar.


Arturo Herrera ©

* Ahora, la que falta es la letra “o”.

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