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Con ojo atento al sentir humano,
a gemidos que se oyen tras las puertas,
las risas y llantos vistos a trasmano
son los cuños de las crónicas correctas.
Rapto atrevido de historias a mano,
de ritos ajenos, de calles repletas,
de valles inhóspitos y coros serranos,
descubro sucesos de vidas completas.
Divinos demonios se muestran alados,
ángeles revelan sus almas oscuras,
luchas intestinas en mares salados
son constituyentes de intrigas maduras;
y mi pluma dice: ¡han de ser contados!
Un plagio de vida, ficciones seguras.
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Arturo Herrera ©
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