sábado, junio 02, 2007

La dama de Argón.

Reino del Dolmen, Bosque Umbroso, 1315

Misiva a la Reina Filósofa sobre la dama de Argón.

Querida Reina:
Como de costumbre, cada que tengo un movimiento de alma recurro a ti, mi filósofa, para desentrañar (sacar de las entrañas) estos sentimientos que se arrojan sobre la razón.
Si notas en mis palabras frases negativas y maledicientes es porque en este momento me estremece un mal sentimiento, los acontecimientos de la última semana parecen, son, tan sobrecogedores, tan divergentes que me mantienen en este estado de postración inválida, a la que sólo recurro en casos de emergencia, y escribirte es una de las pocas cosas que apaciguan mi intelecto, mi alma, mi persona toda.
Sucede, ángel mío, que cometo los mismos errores una y otra vez, ¿Cómo si no? Puedo decirle a la hermosa en turno (llamémosla Estúltica de Argón (ya conoces mi predilección por las esdrújulas)) que me gusta y que siento un hilo conductor que me lleva a ella, que nuestras almas son cercanas y se acoplan, que nuestras energías son especulares; si sé que las frases mismas (lo sé de seguro) serán tomadas como una invitación al miedo. Sí, decir las cosas como son (no como deben ser) asusta de forma inmisericorde a las personas.
Ya habíamos concordado que la próxima vez que me acercara a una bella lo haría con ese patológico ritual al cual está (están) acostumbrada (acostumbradas) sería desde el principio un discurso suave y rosa que no le llevara a tomar ninguna decisión, la mantendría en un nicho de seguridad y de protección del que no deseara salir, la comodidad y la esperanza de un futuro tranquilo y sin sobresaltos es mucho más deseable que el uso de la inteligencia y el conocimiento personal.
Por ende, no cuestionar sus ideas ni las de la sociedad opresora en la que nos movemos, para con sagacidad, insuflarle en el espíritu la necesidad de mi persona y la convicción pura de que no importaría ningún rechazo que mi sentimiento por ella no soportara estoicamente.

En fin, engañarla del modo más artero para lograr su sentimiento que después en el futuro la venganza por estos rechazos sería cobrada con creces.
¿Y qué crees? Pensé (verbo en tiempo pasado que denota la propia estupidez de la acción o como dirías en una de tus mejores frases, "hablar de uno mismo es hablar del tonto de la fábula") que ella era diferente, que los años de moldeo social ni habían hecho ningún menoscabo en su inteligencia, que sus estudios y su alta posición en la corte la habían forjado con acero diferente.

ERROR, amiga, ERROR, la sociedad suscita pensamientos estúpidos aun en el mejor de sus hombres o mujeres (parece frase misógina pero sabes que desde hace mucho no las uso): esta apertura y claridad de mi parte la tomó (a ella) primero por sorpresa y después la percibió como acoso y la asumió con sufrimiento, llegué a sentir su temor, y todo esto por hablarle llanamente de mis sentimientos y pensamientos hacia ella.
El resultado, ella buscó denodadamente grietas en mi disertación, buscó, inmisericorde, lugares comunes sobre relaciones odiosas (y odiadas por mi) encontró frases que de tan lerdas menospreciaban mi inteligencia y la suya. Sabes bien amiga que algo que detesto es la anteposición de Dios (el que fuere) a nuestros actos y decisiones, de agradecer a la divinidad nuestra posición y nuestra suerte o nuestros descalabros y dudas. Así, en epístola supina describe su desventura y termina con un "disculpa me he sentido abrumada".

“Explica, plica, si la verdad radica o la disculpa aplica” sería el lema de nuestra misiva que de pasional no sé si sea entendible.

Espero tu pronta respuesta que refrescará mi mente enferma con tus frases que se vuelven perlas y tus caricias que son tan amorosas (espero que esta frase no te haga brincar como a la interfecta) donde, ya al recibirte en palabras, mi descanso se vuelve apetecible y apacible.

Autárquio de Crimea

Arturo Herrera ©



Ya habiamos concordado que la próxima vez que me acercara a una bella lo haría con ese patólogico ritual al cual está (están) acostumbrada, sería desde el principio un discurso suave y rosa que no le llevara a tomar ninguna decisíón, la mantendría en un nicho de seguridad y de protección del que no deseara salir, la comodidad y la esperanza de un futuro tranquilo y sin sobresaltos es mucho más deseable que el uso de la inteligencia.

En fin, no cuestionar sus ideas ni las de la sociedad opresora en la que nos movemos, para con sagacidad, insuflarle en el espíritu la necesidad de mi persona y la convicción pura de que no importaría ningún rechazo que mi sentimiento no soportara estoicamente.

En fin, engañarla como chino para lograr su sentimiento que después en el futuro la venganza por estos rechazos sería cobrada con creces.

¿Y qué crees?

Pensé (verbo en pasado que denota la propia estupidez de la acción o como dirías en una de tus mejores frases, "hablar de uno mismo es hablar del tonto de la película") que era diferente, que los años de moldeo social ni habían hecho ningún menoscabo en su inteligencia, que sus estudios y su alta posición en el trabajo la habian forjado con acero diferente. ERROR, amiga, ERROR, la sociedad suscita pensamientos estúpidos aun en el mejor de sus hombres o mujeres (parece frase misógina pero sabes que desde hace mucho no las uso) y esta apertura y claridad de mi parte la tomó como acoso y con sufrimiento, llegué a sentir su temor, por hablarle llanamente de mis sentimientos hacia ella.

el resultado, ella buscó denodadamente grietas en mi disertación, buscó inmisericorde lugares comunes sobre relaciones odiosas (y odiadas por mi) encontro frase que de tan lerdas menospreciaban mi inteligencia y la suya. Sabes bien amiga que algo que detesto es la anteposición de Dios (el que fuere) a nuestros actos y decisiones, de agradecer a la divinidad nuestra posición y nuestra suerte o nuestros descalabros y dudas. Así, en epístola supina describe su desventura y termina con un "disculpa me he sentido abrumada".

Querida:

Como de costumbre, cada que tengo un movimiento de alma recurro a ti, mi filósofa, para desentrañar (sacar de las entrañas) estos sentimientos que se arrojan sobre la razón.

Si notas en mis palabras frases negativas y maledicentes es porque en este momento me sobrecoge un mal sentimiento, los acontecimientos de la última semana parecen, son, tan sobrecogedores, tan divergentes que me mantienen en esta estado de postración inválida, a la que sólo recurro en casos de emergencia, y escribirte es una de las pocas cosas que apaciguan mi intelecto.

Sucede, ángel mío, que cometo los mismos errores una y otra vez, ¿cómo si no? Puedo decirle a la hermosa en turno que me gusta y que siento un hilo conductor que me lleva a ella, si la frase misma (lo sé de seguro) será tomada como una invitación al miedo, si decir las cosas como son (no como deben ser) asusta inmisericordemente a las personas.

Ya habiamos concordado que la próxima vez que me acercara a una bella lo haría con ese patólogico ritual al cual está (están) acostumbrada, sería desde el principio un discurso suave y rosa que no le llevara a tomar ninguna decisíón, la mantendría en un nicho de seguridad y de protección del que no deseara salir, la comodidad y la esperanza de un futuro tranquilo y sin sobresaltos es mucho más deseable que el uso de la inteligencia.

En fin, no cuestionar sus ideas ni las de la sociedad opresora en la que nos movemos, para con sagacidad, insuflarle en el espíritu la necesidad de mi persona y la convicción pura de que no importaría ningún rechazo que mi sentimiento no soportara estoicamente.

En fin, engañarla como chino para lograr su sentimiento que después en el futuro la venganza por estos rechazos sería cobrada con creces.

¿Y qué crees?

Pensé (verbo en pasado que denota la propia estupidez de la acción o como dirías en una de tus mejores frases, "hablar de uno mismo es hablar del tonto de la película") que era diferente, que los años de moldeo social ni habían hecho ningún menoscabo en su inteligencia, que sus estudios y su alta posición en el trabajo la habian forjado con acero diferente. ERROR, amiga, ERROR, la sociedad suscita pensamientos estúpidos aun en el mejor de sus hombres o mujeres (parece frase misógina pero sabes que desde hace mucho no las uso) y esta apertura y claridad de mi parte la tomó como acoso y con sufrimiento, llegué a sentir su temor, por hablarle llanamente de mis sentimientos hacia ella.

el resultado, ella buscó denodadamente grietas en mi disertación, buscó inmisericorde lugares comunes sobre relaciones odiosas (y odiadas por mi) encontro frase que de tan lerdas menospreciaban mi inteligencia y la suya. Sabes bien amiga que algo que detesto es la anteposición de Dios (el que fuere) a nuestros actos y decisiones, de agradecer a la divinidad nuestra posición y nuestra suerte o nuestros descalabros y dudas. Así, en epístola supina describe su desventura y termina con un "disculpa me he sentido abrumada".

Querida:

Como de costumbre, cada que tengo un movimiento de alma recurro a ti, mi filósofa, para desentrañar (sacar de las entrañas) estos sentimientos que se arrojan sobre la razón.

Si notas en mis palabras frases negativas y maledicentes es porque en este momento me sobrecoge un mal sentimiento, los acontecimientos de la última semana parecen, son, tan sobrecogedores, tan divergentes que me mantienen en esta estado de postración inválida, a la que sólo recurro en casos de emergencia, y escribirte es una de las pocas cosas que apaciguan mi intelecto.

Sucede, ángel mío, que cometo los mismos errores una y otra vez, ¿cómo si no? Puedo decirle a la hermosa en turno que me gusta y que siento un hilo conductor que me lleva a ella, si la frase misma (lo sé de seguro) será tomada como una invitación al miedo, si decir las cosas como son (no como deben ser) asusta inmisericordemente a las personas.

Ya habiamos concordado que la próxima vez que me acercara a una bella lo haría con ese patólogico ritual al cual está (están) acostumbrada, sería desde el principio un discurso suave y rosa que no le llevara a tomar ninguna decisíón, la mantendría en un nicho de seguridad y de protección del que no deseara salir, la comodidad y la esperanza de un futuro tranquilo y sin sobresaltos es mucho más deseable que el uso de la inteligencia.

En fin, no cuestionar sus ideas ni las de la sociedad opresora en la que nos movemos, para con sagacidad, insuflarle en el espíritu la necesidad de mi persona y la convicción pura de que no importaría ningún rechazo que mi sentimiento no soportara estoicamente.

En fin, engañarla como chino para lograr su sentimiento que después en el futuro la venganza por estos rechazos sería cobrada con creces.

¿Y qué crees?

Pensé (verbo en pasado que denota la propia estupidez de la acción o como dirías en una de tus mejores frases, "hablar de uno mismo es hablar del tonto de la película") que era diferente, que los años de moldeo social ni habían hecho ningún menoscabo en su inteligencia, que sus estudios y su alta posición en el trabajo la habian forjado con acero diferente. ERROR, amiga, ERROR, la sociedad suscita pensamientos estúpidos aun en el mejor de sus hombres o mujeres (parece frase misógina pero sabes que desde hace mucho no las uso) y esta apertura y claridad de mi parte la tomó como acoso y con sufrimiento, llegué a sentir su temor, por hablarle llanamente de mis sentimientos hacia ella.

el resultado, ella buscó denodadamente grietas en mi disertación, buscó inmisericorde lugares comunes sobre relaciones odiosas (y odiadas por mi) encontro frase que de tan lerdas menospreciaban mi inteligencia y la suya. Sabes bien amiga que algo que detesto es la anteposición de Dios (el que fuere) a nuestros actos y decisiones, de agradecer a la divinidad nuestra posición y nuestra suerte o nuestros descalabros y dudas. Así, en epístola supina describe su desventura y termina con un "disculpa me he sentido abrumada".

Querida:

Como de costumbre, cada que tengo un movimiento de alma recurro a ti, mi filósofa, para desentrañar (sacar de las entrañas) estos sentimientos que se arrojan sobre la razón.

Si notas en mis palabras frases negativas y maledicentes es porque en este momento me sobrecoge un mal sentimiento, los acontecimientos de la última semana parecen, son, tan sobrecogedores, tan divergentes que me mantienen en esta estado de postración inválida, a la que sólo recurro en casos de emergencia, y escribirte es una de las pocas cosas que apaciguan mi intelecto.

Sucede, ángel mío, que cometo los mismos errores una y otra vez, ¿cómo si no? Puedo decirle a la hermosa en turno que me gusta y que siento un hilo conductor que me lleva a ella, si la frase misma (lo sé de seguro) será tomada como una invitación al miedo, si decir las cosas como son (no como deben ser) asusta inmisericordemente a las personas.

Ya habiamos concordado que la próxima vez que me acercara a una bella lo haría con ese patólogico ritual al cual está (están) acostumbrada, sería desde el principio un discurso suave y rosa que no le llevara a tomar ninguna decisíón, la mantendría en un nicho de seguridad y de protección del que no deseara salir, la comodidad y la esperanza de un futuro tranquilo y sin sobresaltos es mucho más deseable que el uso de la inteligencia.

En fin, no cuestionar sus ideas ni las de la sociedad opresora en la que nos movemos, para con sagacidad, insuflarle en el espíritu la necesidad de mi persona y la convicción pura de que no importaría ningún rechazo que mi sentimiento no soportara estoicamente.

En fin, engañarla como chino para lograr su sentimiento que después en el futuro la venganza por estos rechazos sería cobrada con creces.

¿Y qué crees?

Pensé (verbo en pasado que denota la propia estupidez de la acción o como dirías en una de tus mejores frases, "hablar de uno mismo es hablar del tonto de la película") que era diferente, que los años de moldeo social ni habían hecho ningún menoscabo en su inteligencia, que sus estudios y su alta posición en el trabajo la habian forjado con acero diferente. ERROR, amiga, ERROR, la sociedad suscita pensamientos estúpidos aun en el mejor de sus hombres o mujeres (parece frase misógina pero sabes que desde hace mucho no las uso) y esta apertura y claridad de mi parte la tomó como acoso y con sufrimiento, llegué a sentir su temor, por hablarle llanamente de mis sentimientos hacia ella.

el resultado, ella buscó denodadamente grietas en mi disertación, buscó inmisericorde lugares comunes sobre relaciones odiosas (y odiadas por mi) encontro frase que de tan lerdas menospreciaban mi inteligencia y la suya. Sabes bien amiga que algo que detesto es la anteposición de Dios (el que fuere) a nuestros actos y decisiones, de agradecer a la divinidad nuestra posición y nuestra suerte o nuestros descalabros y dudas. Así, en epístola supina describe su desventura y termina con un "disculpa me he sentido abrumada".



Querida:

Como de costumbre, cada que tengo un movimiento de alma recurro a ti, mi filósofa, para desentrañar (sacar de las entrañas) estos sentimientos que se arrojan sobre la razón.

Si notas en mis palabras frases negativas y maledicentes es porque en este momento me sobrecoge un mal sentimiento, los acontecimientos de la última semana parecen, son, tan sobrecogedores, tan divergentes que me mantienen en esta estado de postración inválida, a la que sólo recurro en casos de emergencia, y escribirte es una de las pocas cosas que apaciguan mi intelecto.

Sucede, ángel mío, que cometo los mismos errores una y otra vez, ¿cómo si no? Puedo decirle a la hermosa en turno que me gusta y que siento un hilo conductor que me lleva a ella, si la frase misma (lo sé de seguro) será tomada como una invitación al miedo, si decir las cosas como son (no como deben ser) asusta inmisericordemente a las personas.

Ya habiamos concordado que la próxima vez que me acercara a una bella lo haría con ese patólogico ritual al cual está (están) acostumbrada, sería desde el principio un discurso suave y rosa que no le llevara a tomar ninguna decisíón, la mantendría en un nicho de seguridad y de protección del que no deseara salir, la comodidad y la esperanza de un futuro tranquilo y sin sobresaltos es mucho más deseable que el uso de la inteligencia.

En fin, no cuestionar sus ideas ni las de la sociedad opresora en la que nos movemos, para con sagacidad, insuflarle en el espíritu la necesidad de mi persona y la convicción pura de que no importaría ningún rechazo que mi sentimiento no soportara estoicamente.

En fin, engañarla como chino para lograr su sentimiento que después en el futuro la venganza por estos rechazos sería cobrada con creces.

¿Y qué crees?

Pensé (verbo en pasado que denota la propia estupidez de la acción o como dirías en una de tus mejores frases, "hablar de uno mismo es hablar del tonto de la película") que era diferente, que los años de moldeo social ni habían hecho ningún menoscabo en su inteligencia, que sus estudios y su alta posición en el trabajo la habian forjado con acero diferente. ERROR, amiga, ERROR, la sociedad suscita pensamientos estúpidos aun en el mejor de sus hombres o mujeres (parece frase misógina pero sabes que desde hace mucho no las uso) y esta apertura y claridad de mi parte la tomó como acoso y con sufrimiento, llegué a sentir su temor, por hablarle llanamente de mis sentimientos hacia ella.

el resultado, ella buscó denodadamente grietas en mi disertación, buscó inmisericorde lugares comunes sobre relaciones odiosas (y odiadas por mi) encontro frase que de tan lerdas menospreciaban mi inteligencia y la suya. Sabes bien amiga que algo que detesto es la anteposición de Dios (el que fuere) a nuestros actos y decisiones, de agradecer a la divinidad nuestra posición y nuestra suerte o nuestros descalabros y dudas. Así, en epístola supina describe su desventura y termina con un "disculpa me he sentido abrumada".



Querida:

Como de costumbre, cada que tengo un movimiento de alma recurro a ti, mi filósofa, para desentrañar (sacar de las entrañas) estos sentimientos que se arrojan sobre la razón.

Si notas en mis palabras frases negativas y maledicentes es porque en este momento me sobrecoge un mal sentimiento, los acontecimientos de la última semana parecen, son, tan sobrecogedores, tan divergentes que me mantienen en esta estado de postración inválida, a la que sólo recurro en casos de emergencia, y escribirte es una de las pocas cosas que apaciguan mi intelecto.

Sucede, ángel mío, que cometo los mismos errores una y otra vez, ¿cómo si no? Puedo decirle a la hermosa en turno que me gusta y que siento un hilo conductor que me lleva a ella, si la frase misma (lo sé de seguro) será tomada como una invitación al miedo, si decir las cosas como son (no como deben ser) asusta inmisericordemente a las personas.

Ya habiamos concordado que la próxima vez que me acercara a una bella lo haría con ese patólogico ritual al cual está (están) acostumbrada, sería desde el principio un discurso suave y rosa que no le llevara a tomar ninguna decisíón, la mantendría en un nicho de seguridad y de protección del que no deseara salir, la comodidad y la esperanza de un futuro tranquilo y sin sobresaltos es mucho más deseable que el uso de la inteligencia.

En fin, no cuestionar sus ideas ni las de la sociedad opresora en la que nos movemos, para con sagacidad, insuflarle en el espíritu la necesidad de mi persona y la convicción pura de que no importaría ningún rechazo que mi sentimiento no soportara estoicamente.

En fin, engañarla como chino para lograr su sentimiento que después en el futuro la venganza por estos rechazos sería cobrada con creces.

¿Y qué crees?

Pensé (verbo en pasado que denota la propia estupidez de la acción o como dirías en una de tus mejores frases, "hablar de uno mismo es hablar del tonto de la película") que era diferente, que los años de moldeo social ni habían hecho ningún menoscabo en su inteligencia, que sus estudios y su alta posición en el trabajo la habian forjado con acero diferente. ERROR, amiga, ERROR, la sociedad suscita pensamientos estúpidos aun en el mejor de sus hombres o mujeres (parece frase misógina pero sabes que desde hace mucho no las uso) y esta apertura y claridad de mi parte la tomó como acoso y con sufrimiento, llegué a sentir su temor, por hablarle llanamente de mis sentimientos hacia ella.

el resultado, ella buscó denodadamente grietas en mi disertación, buscó inmisericorde lugares comunes sobre relaciones odiosas (y odiadas por mi) encontro frase que de tan lerdas menospreciaban mi inteligencia y la suya. Sabes bien amiga que algo que detesto es la anteposición de Dios (el que fuere) a nuestros actos y decisiones, de agradecer a la divinidad nuestra posición y nuestra suerte o nuestros descalabros y dudas. Así, en epístola supina describe su desventura y termina con un "disculpa me he sentido abrumada".



Querida:

Como de costumbre, cada que tengo un movimiento de alma recurro a ti, mi filósofa, para desentrañar (sacar de las entrañas) estos sentimientos que se arrojan sobre la razón.

Si notas en mis palabras frases negativas y maledicentes es porque en este momento me sobrecoge un mal sentimiento, los acontecimientos de la última semana parecen, son, tan sobrecogedores, tan divergentes que me mantienen en esta estado de postración inválida, a la que sólo recurro en casos de emergencia, y escribirte es una de las pocas cosas que apaciguan mi intelecto.

Sucede, ángel mío, que cometo los mismos errores una y otra vez, ¿cómo si no? Puedo decirle a la hermosa en turno que me gusta y que siento un hilo conductor que me lleva a ella, si la frase misma (lo sé de seguro) será tomada como una invitación al miedo, si decir las cosas como son (no como deben ser) asusta inmisericordemente a las personas.

Ya habiamos concordado que la próxima vez que me acercara a una bella lo haría con ese patólogico ritual al cual está (están) acostumbrada, sería desde el principio un discurso suave y rosa que no le llevara a tomar ninguna decisíón, la mantendría en un nicho de seguridad y de protección del que no deseara salir, la comodidad y la esperanza de un futuro tranquilo y sin sobresaltos es mucho más deseable que el uso de la inteligencia.

En fin, no cuestionar sus ideas ni las de la sociedad opresora en la que nos movemos, para con sagacidad, insuflarle en el espíritu la necesidad de mi persona y la convicción pura de que no importaría ningún rechazo que mi sentimiento no soportara estoicamente.

En fin, engañarla como chino para lograr su sentimiento que después en el futuro la venganza por estos rechazos sería cobrada con creces.

¿Y qué crees?

Pensé (verbo en pasado que denota la propia estupidez de la acción o como dirías en una de tus mejores frases, "hablar de uno mismo es hablar del tonto de la película") que era diferente, que los años de moldeo social ni habían hecho ningún menoscabo en su inteligencia, que sus estudios y su alta posición en el trabajo la habian forjado con acero diferente. ERROR, amiga, ERROR, la sociedad suscita pensamientos estúpidos aun en el mejor de sus hombres o mujeres (parece frase misógina pero sabes que desde hace mucho no las uso) y esta apertura y claridad de mi parte la tomó como acoso y con sufrimiento, llegué a sentir su temor, por hablarle llanamente de mis sentimientos hacia ella.

el resultado, ella buscó denodadamente grietas en mi disertación, buscó inmisericorde lugares comunes sobre relaciones odiosas (y odiadas por mi) encontro frase que de tan lerdas menospreciaban mi inteligencia y la suya. Sabes bien amiga que algo que detesto es la anteposición de Dios (el que fuere) a nuestros actos y decisiones, de agradecer a la divinidad nuestra posición y nuestra suerte o nuestros descalabros y dudas. Así, en epístola supina describe su desventura y termina con un "disculpa me he sentido abrumada".



1 comentario:

Anónimo dijo...

Y como diría la enamorada....
Cómo esconder el amor, si se siente en todos los poros.
Te llevo en la piel, te vivo con mis sentidos, te toco con mi emoción. Sólo puedo decir....
"TE AMO".