viernes, diciembre 08, 2006

Matrix

Me duermo y ya en el sillón, el trashumante tiene dos píldoras, una en cada mano, la frase es cinematográfica.

- Elige una.

Tomo la azul y la trago, el mundo desaparece y se integra nuevamente, es letárgico, es telúrico, es azul.

Descubro la vecindad, la unidad y el acomodo de los seres, las ligas invisibles en otro lado aquí son tangibles y visibles.

Encuentro que mi vista afecta duramente el corto vestido de la tierna mujer que me alimenta (y ella se da cuenta), afecta sigilosa la enmarañada disculpa que emite mi atrasada cita (y yo me doy cuenta) o descubre el dorso del espejo cuando imagino mi pasado (y el espejo se da cuenta).

Es un mundo de la mente, un mundo de efectos repetidos y visibles que muestra infame los resultados físicos de nuestro pensamiento.

No sé si esto me gusta, no resulta divertido ver la gris afrenta en la frente de un niño por la desatención de un padre ausente, ni el lacerante rojo de la dama engañada en el amor, no es hermosa la daga verde que atraviesa el corazón del hombre timado por un engañador profesional.

Ver el efecto en cascada, como ondas en el agua, de cada una de nuestras acciones y nuestros pensamientos, ver como mi lujuria corta duramente la piel de mi vecina y descubrir como esa tristeza en sus ojos lacera profundamente la blandura de mi pecho.

Es un mundo igual al nuestro, la gente camina presurosa utilizando, displicente, armaduras dobles, triples o múltiples que ocultan su cara y sus pensamientos, los niños utilizan cascos, coderas y rodilleras para salir a la vida, es extraño y lógico, es un mundo igual al nuestro.

Pasan los días y la vida es ahora conocida (este mundo es ya cercano y amigable) no importa como sea nuestra realidad buscamos herramientas que desarmen al contrario (al prójimo, al próximo) y blinden nuestras debilidades y nuestra persona.

Encontramos la manera de herir sin sufrir las consecuencias inmediatas de nuestro desamor.
Evadimos las inmediatas lo demás es kármico.

De nuevo el estoico, el empírico, me pregunta presuroso.

- ¿Estás dispuesto a romper la realidad?

Me levanto del sillón y cruzo su cara con un golpe que lo hace desaparecer como si hubiese dicho su nombre de reversa.

Despierto y regreso al despertar.

Vaya, estas pastillas esotéricas siempre dejan un regusto de derrota, una resaca infiel, una cruda de alma y de congoja.

La siguiente será, por supuesto, una pastilla sicodélica con resabios animosos de la generación beat.

ah

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