viernes, noviembre 17, 2006

Desde la última comunicación



Querida:


Desde la última comunicación sufro el peso en mi espalda del incontable tiempo, es tal vez, el lapso más lento que me ha tocado vivir, la relatividad (dichoso Alberto) es una constante en la vida; evidente contradicción.

Descubro que casi todo lo que dice la gente (yo incluido) parece contradictorio, ya sea, en el sentido de la frase o, como es costumbre, en el sentido de la vida.

El intenso y casi desbordante camino de la vida es sin lugar a dudas enajenante, si no, como te explicas que todos, o casi, corran sin medida sólo para encontrar la muerte.

Noto en los vecinos (de cualquier clase; de asiento en el transporte, en la espera del doctor o cuando te detiene un semáforo) la crispación de la prisa, el ansia de llegar lo más rápidamente posible a la nada.

Ya intuiste, como acostumbras, mis más recientes actividades; viajé en transporte público para llegar a una feria, visité al doctor (todo está bien, es únicamente el paso del “despreciable” lo que me hace visitarlo) y sí, manejé el auto de mi hermana (por cierto, no te parece extraño (lo menos) que tenga auto y no sepa manejar) para descubrir, de nuevo, que esta ciudad es intransitable.

No pienso dedicar más que una sola palabra a la situación política: mierda (lo siento, amor).

Prometo, en la medida de mis posibilidades, visitarte con mayor frecuencia, pero sabes que un hombre solo y con bastón en este desolado panteón es demasiado apetitoso para los ladrones.


Te amo y no te olvido.

ah

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